A finales de
2009 en uno de los primeros artículos que aparecían en este blog hablábamos de
la alimentación del soldado en los frentes. Uno de los productos básicos de su
ingesta, recordaremos, fue la leche condensada donde dos fueron las marcas mas
consumidas, probablemente las únicas: “La Lechera” y “El Niño”. Como ya explicamos, en la
época ambas firmas comerciales procedían de la industria lechera cántabra, de
modo que tras la caída de Santander a finales de agosto de 1937 ambas marcas
quedaron en poder de los franquistas, de cualquier manera la abundancia de
existencias del producto, habida cuenta de su larga conservación, permitió el
almacenaje y suministro al bando republicano durante mucho tiempo más.
A raíz de
aquello recibimos semanas más tarde un mensaje de Miguel, en las que aseguraba
que la identidad del niño correspondía a su padre, Manuel Vicente.
Inmediatamente recabamos de Miguel algo más de información, dado lo entrañable
de una historia que tantos años después nos permitía, en cierto modo, conocerla
en todos sus detalles. Muy amablemente Miguel nos remitió algunas fotografías
de su padre, “El Niño”, que al compararlas con el grabado de la marca nos
permitían confirmar (con las debidas reservas que la confrontación de las
imágenes requieren) la verdadera identidad del pequeño personaje de nuestra
historia.
Tras varios
intentos de contactar nuevamente con nuestro informador e hijo del protagonista
con la ilusión de recabar más datos, nada hemos podido seguir averiguando, pues
Miguel parece rechazar nuestra invitación a ofrecernos más información. Por
ello, y respetando la aparente voluntad de Miguel de no ofrecer más datos,
respetuosamente omitimos voluntariamente los apellidos y de cualquier modo le
agradecemos su atención.
La imagen de
la marca “El Niño” respondía a la imagen fractal de un niño de corta edad que
asomaba por la embocadura del bote de leche en cuya etiqueta se reflejaba de
nuevo la misma imagen recursiva en bucle sin fin, ofreciendo una iconografía
conocida como “efecto Droste”, imagen empleada en las carátulas
propagandísticas de diversos productos comerciales, especialmente los
alimenticios. En lo que respecta a la historia de la marca publicitaria, decir
que en mayo de 1927 aparecía en el diario ABC un concurso en el que el lector
participante debía adivinar la edad que “El Niño” tenía en el grabado,
ofreciendo como pista que en aquel mismo año cumplía los tres años. Hoy, por lo
tanto, Manuel Vicente debería tener 87 años.
Dejamos
expuestas las fotografías comparativas para que nuestros seguidores opinen por
ellos mismos.
Juan Francisco Fuertes Palasí
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