domingo, 15 de junio de 2014

EL OSARIO MILITAR DEL CEMENTERIO DE BURRIANA



Durante el tramo final de la Guerra Civil, en el cementerio de Burriana se habilitó una parcela para que hiciera los usos de Cementerio Militar. Los aproximadamente 215 caídos que el Ejército Nacional sufrió en los combates de noviembre fueron inhumados en dicho cementerio, junto con otros soldados del mismo ejército caídos por otras acciones.
La inhumación se realizaba en fosas comunes y encima de cada cuerpo se colocaba una botella de cristal con sus datos personales. Al no estar debidamente lacradas las botellas, la filtración de la humedad deterioró muchos de los datos y a la hora de realizar la exhumación fue imposible proceder a la identificación exacta de muchos caídos, puesto que además las listas que elaboraron los capellanes militares se extraviaron en esos años, apareciendo posteriormente. 
El Cementerio Militar llegó a contar con 260 sepulturas y se señalizó con cruces forjadas en hierro, y en varios sitios se ubicaron vainas de proyectiles como floreros improvisados.


En 1947, dado que la señalización había sufrido desperfectos por el paso del tiempo, la Jefatura del Movimiento, previo acuerdo con el Ayuntamiento de Burriana, solicitó de la autoridad militar el permiso correspondiente para exhumar aquellos restos de los soldados caídos en combate. 
Concedida la autorización, se construyó un osario al pie de las gradas de la cruz en alto que lo presidía, donde fueron depositándose los restos exhumados hasta que el osario quedó completo, aunque en las fosas comunes quedaron otros restos que no finalmente no fueron exhumados. 
La lápida que cerraba la sepultura fue elaborada por el burrianense D. Francisco Esbrí.
 
En aquel nuevo emplazamiento estuvieron depositados los restos hasta el mes de marzo de 1959, en que fueron nuevamente levantados por orden del Ministerio del Ejército y trasladados en las cajas previstas al efecto al osario Nacional del Valle de los Caídos.

Escrito por:
FERNANDO CONDE MONTESINOS