La situación de España al acabar la guerra civil era la de
un país destrozado por un conflicto de tres años de duración, durante el que se
habían sacrificado una gran cantidad de recursos muy valiosos para un país
atrasado como el nuestro, con graves pérdidas humanas y materiales. La
producción agrícola cayó en una quinta parte, la cabaña equina descendió un tercio
y la producción industrial bajó otro tanto. Las reservas de oro y divisas
estaban agotadas y el deterioro de las infraestructuras era total.
Inmediatamente después, durante los años de la Segunda
Guerra Mundial, Italia y Alemania, los países que habían sido aliados de
Franco, no pudieron prestar ningún tipo de ayuda material al Régimen ante la
creciente y urgente necesidad de materias primas de aquellos que debían de
atender a los frentes de guerra y a la propia supervivencia de sus respectivos
países en conflicto, necesidad que con el avance de los aliados se volverá más
apremiante y angustiosa.
Mientras,
aquí, la evolución de la economía podía calificarse como de más de una década
perdida, alargándose mucho la recuperación, no nos olvidemos que la cartilla de
racionamiento estuvo vigente hasta 1953, catorce años después de acabada la
guerra. Si en el resto de Europa el Plan Marshall inyectó millones y millones
de dólares para su reconstrucción, España quedó abandonada a su suerte y el
régimen de Franco fue condenado al ostracismo y al bloqueo internacional. Al
país no le quedó más remedio que recurrir a la autarquía, sólo la Argentina de
Perón nos prestó algo de ayuda. Esta política de autosuficiencia era concebida como
una necesidad patriótica que descansaba en la creencia de que España era un
país rico en minerales y otros abastecimientos.
Con esta completa carencia de recursos, los escenarios de la
guerra, los montes y los campos, aparecían sembrados de todo tipo de armamento,
municiones, proyectiles y chatarra procedente de la vida y los combates en las
trincheras. Especialmente abundantes fueron en nuestro término municipal, donde
el frente de guerra estuvo estabilizado durante nueve meses, nada menos. No hay
que olvidar que tras el anuncio del fin del conflicto el ejército popular dejó
masivamente las trincheras abandonando absolutamente todo allí donde se
encontraba.
Ante esta coyuntura, inmediatamente entraron en acción los
llamados Servicios de Recuperación, unidades militares que anduvieron
recogiendo todo el material de guerra abandonado, no sólo ante el peligro que
esto suponía para la población en general sino también para dotar a un ejército
que había resultado vencedor de la guerra civil pero que contaba con unos
medios muy precarios ante la necesidad generalizada de todo tipo de suministros
para la reconstrucción nacional.
Con este panorama desolador, por si las circunstancias no
eran terribles, se proponía llevar a cabo un plan realmente megalómano para
llevar a cabo la puesta en funcionamiento de una gran escuadra en lo que se
denominó el "Programa Naval del Movimiento", la promulgación de la Ley de 8 de septiembre de
1939 de construcción de nuevas unidades navales. En ella se disponía la
ejecución de 4 acorazados, 2 cruceros protegidos, 12 cruceros ligeros, 54
destructores, 36 torpederos, 50 submarinos, 100 lanchas torpederas, buques
auxiliares en número indeterminado. Por supuesto estos ambiciosos planes se iban a ver trastocados
casi desde su nacimiento por el estallido de la Segunda Guerra Mundial. El
Programa Naval de 1939, que dependía para su realización de una importante
ayuda tecnológica y económica por parte de Alemania e Italia, no pasaría de sus
primeros balbuceos, quedando abandonado a todos los efectos a lo largo de 1941.
Y es que la carencia de materia prima era
total. Un decreto de septiembre de 1939 creaba la "Oficina de adquisición
y distribución de la chatarra de hierro y acero", un organismo dependiente
del Ministerio de Industria y Comercio por el que se regulaba la adquisición,
la distribución, los precios, las incautaciones y todo lo relacionado con la
recuperación y control de la chatarra. Muy significativa resultaba la elevación
de una reclamación al Gobierno por parte del ayuntamiento de Moncófar
haciéndose eco de las quejas de los agricultores los cuales reclamaban el
espacio sustraído en los campos por los numerosos búnkeres que quedaron tras la
guerra ocupando las parcelas agrícolas. Ante esta queja el Estado prohibiría
terminantemente la apropiación del hierro que formaba parte del hormigón de las
fortificaciones, arrogándose todos los derechos al respecto sobre aquel
material.
Otro ejemplo lo tenemos en Vall de Uxó en el conjunto de trincheras y reductos defensivos del sector de Campoy, que durante esta época de posguerra fueron reventados con objeto de apoderarse del metal de los encofrados de hormigón.
Otro ejemplo lo tenemos en Vall de Uxó en el conjunto de trincheras y reductos defensivos del sector de Campoy, que durante esta época de posguerra fueron reventados con objeto de apoderarse del metal de los encofrados de hormigón.
Un caso que ilustra
el estado de los campos es el que narra cómo el 9 de abril de 1939 cinco
chavales de Burriana se acercaron hasta las trincheras de Nules a curiosear,
sabedores que allí había quedado mucho material de guerra abandonado. No
tardaron en encontrarse varios fusiles y comenzaron a tirar al blanco con
ellos. Los disparos fueron a alarmar a un Sargento de la Falange de Burriana
que se hallaba por la zona con otros muchachos de la organización juvenil de
aquel pueblo. Habían ido igualmente a recoger armas para que los chavales
practicaran. El sargento les quitó a los primeros los fusiles y los mandó hacia
Burriana con malos modos. Los niños salieron corriendo mientras insultaban al
militar “hijo de puta” “maricón”. En esto al sargento no le se ocurrió otra
cosa que ordenar abrir fuego a los chavales que le acompañaban. De ello resultó
malherido uno de los muchachos que acabó en el hospital por haber recibido un
tiro en la paletilla. A consecuencia de este hecho se abrió causa contra el
sargento que resultó ser un alcohólico.
La profesión de chatarrero, en suma y ante las
circunstancias excepcionales que vivía el país, cobraba auge, se regulaba el
sector y la profesión, clasificándola en minoristas y mayoristas, pero siempre
primaba el interés del Estado. Ante esta perspectiva de ruina nacional y sin
grandes expectativas laborales buena parte de la población se lanzó a la
búsqueda del material de guerra abandonado que había pasado desapercibido para
los servicios de recuperación, y este desde luego, continuaba siendo mucho,
especialmente en un sector como el nuestro de Nules-Espadán, donde miles de
combatientes habían vivaqueado en las montañas dejando abandonado pertrechos,
armas, alambradas, equipos.
Durante
la posguerra, y con un campo sembrado de material abandonado, la profesión de
chatarrero cobró auge ante la necesidad de supervivencia de muchas familias.
En esta labor, conjuntamente con los adultos, se vieron
implicados irremediablemente los niños que debían de colaborar en el
sostenimiento de unos hogares necesitados en extremo de medios para sobrevivir.
Por ello lanzarse al monte a la búsqueda del preciado metal: hierro, cobre,
latón, bronce, plomo… se convirtió en una actividad relativamente lucrativa
para aquellas familias más necesitadas, a la par que peligrosa, sobre todo para
los pequeños que fueron víctimas en no pocas ocasiones de fatales accidentes
que acabaron con sus vidas, cuando no con una terrible mutilación por explosión
de algún artefacto que les acompañó trágicamente el resto de sus vidas.
Veamos algunos ejemplos aparecidos en la prensa de la época.
Mediterráneo 02-07-1939 NIÑO MUERTO A CAUSA DE UNA
EXPLOSIÓN. Telegrafían de Caudiel que jugando varios niños…encontraron un
artefacto explosivo. Uno de los niños golpeó con una piedra, haciendo
explosión, matando al niño Vicente Bayona Giner de 10 años e hiriendo levemente
a Joaquín Santolaria Aliaga. HERIDOS POR UNA BOMBA. En Viver hizo explosión una
bomba de mano en la partida Magallán, en ocasión en que se hallaban arando José
Barrachina Rosales y Joaquín Gorriz Monleón, produciéndoles heridas leves
Mediterráneo 11-07-1939 NIÑO HERIDO. Hallándose jugando en
Artana el niño José Agramunt Segarra, de 6 años, con un objeto fulminante, hizo
explosión causándole heridas en la frente y manos.
Mediterráneo 20-07-1939 HOSPITAL PROVINCIAL. En este centro
se ha prestado asistencia médica a Vicente Peris Piquer, de 16 años, natural y
vecino de Sueras, que presentaba una herida por metralla, del cráneo, con
fractura y lesión cerebral producidas por la explosión de una bomba de mano, de
pronóstico grave.
Mediterráneo 20-07-1939 HOSPITAL PROVINCIAL. Recibió
asistencia médica Ramón Ribelles Vinaixa, de 6 años, natural de Nules, que
sufría heridas por metralla en ambas piernas y pecho, y la amputación
traumática de varios dedos de la mano derecha causadas por la explosión de una
bomba, pronóstico grave.
Mediterráneo 18-08-1939. En el término de Toga hizo
explosión una mina, causando tan graves destrozos en el cuerpo del vecino de
Begís, Manuel Rios Manés, que falleció poco después.
Mediterráneo 19-08-1939 En el pueblo de Tirig…seis niños
encontraron una bomba de mano. Juagando con ella hizo explosión, resultando
José Roda Montull, grave; Arcadio Barreda Moliner, gravísmo y Francisco Prats
Alcácer, José Porcar, Juan Ferrás Pascual y Arcadio Roda Roda, con heridas
menos graves. El primero de los mencionados niños falleció al día siguiente.
Mediterráneo 20-08-1939. En Vall de Uxó, por tropezar con
una bomba Lafitte resultaron heridos los niños Diego Martín Benages, grave, y
leves Vicente Diago García y José Mingarro Tido.
Mediterráneo 8-09-1939. Adolfo Arquimbau Amiguet, de 11
años, domiciliado en Almazora…ha sido asistido…de amputación traumática de los
dedos índice y medio de la mano derecha, causada por la explosión de una
bomba…Juan Gil Alonso, de 16 años, de Castellón, al que se le apreciaron
salpicaduras por todo el cuerpo, debidas a la explosión de una bomba,
pronóstico leve; Francisco Gil Quera, de 6 años, natural de Castellón, que
presentaba igualmente salpicaduras por explosión de una bomba, de pronóstico
leve.
Mediterráneo 13-09-1939. El domingo por la tarde hizo
explosión en Villarreal una bomba de mano, alcanzando a los niños Enrique Nebot
Mote y Santiago Cabanes Gil. Ambos niños fueron asistidos en el Hospital
Provincial apreciándosele a Enrique Nebot, amputación traumática de ambas
manos, herida penetrante en el abdomen y otras heridas más de pronóstico
gravísimo. El desgraciado muchacho falleció durante la noche. Santiago Cabanes
Gil presentaba herida penetrante en el abdomen con salida del epiplón (parte del estómago), de pronóstico
gravísimo.
Mediterráneo 21-09-1939. En las inmediaciones del pueblo de
Viver, el vecino de Torás, Ramón Lázaro Pérez, encontró la muerte al tocar una
mina explosiva.
Mediterráneo 8-11-1939. Viver. Clodomiro Clement Máñez,
tropezó con una bomba de mano. El artefacto hizo explosión y le destrozó
completamente ambos pies.
Caudiel. Al niño de 10 años Ángel Urbán Vivas, estando en la
plaza del Ángel, le hizo explosión un fulminante causándole destrozos en ambas
manos y heridas en el pecho y cara con pérdida del ojo izquierdo.
Pero estos trágicos sucesos se prolongarían con el tiempo.
La permanencia de artefactos explosivos provenientes de la guerra alcanza hasta
nuestros días y las desgracias personales por este tipo de accidentes siguen
siendo noticia esporádica en los medios de comunicación.
Fue
un 31 de enero de 1956, un día de mucho viento, sobre las 3 de la tarde, las
pocas familias que habitaban en la zona del molí
de Demetrio, pasando el puente del barranco de Aigualit, camino de San
José, se encontraban acabando de comer cuando de pronto escucharon una fuerte
detonación. Justo sobre la misma carretera, en la época apenas transitada,
yacían los cuerpos de los niños José Valls Sánchez, de 11 años, y José Sánchez
Honrubia, de 12. Habían estado manipulando la espoleta de un proyectil de
artillería y este hizo explosión, matando instantáneamente al primero e
hiriendo de gravedad al segundo.
Los
vecinos, al oír la explosión, salieron de sus casas alarmados para ver de qué
se trataba. Los niños eran hijos de aquellas familias. Los padres de José Valls
eran José Valls Diago e Isabel Sánchez Esbrí.
José
Valls,"el niño de la bomba", trágicamente fallecido el 31 de enero
de1956.
Al
contemplar el panorama de su pequeño completamente destrozado por la bomba su
padre entró en estado de shock y desesperado quiso arrojarse por el puente al
barranco, sólo la actuación de "Cabreta", el trapero, que casualmente
pasaba por allí, evitó aquel mal. Ellos, sus padres, nunca levantaron cabeza,
entonces la depresión no se diagnosticaba, pero el resto de sus vidas
estuvieron afectados por la trágica pérdida de su pequeño.
El
segundo niño, José Sánchez, que tenía la pierna destrozada, fue llevado a toda prisa
a la clínica de Segarra y de allí, con la ambulancia de la propia empresa,
directamente a Castellón. Una vez en el hospital los médicos dictaminaron que
se le debería de amputar la pierna, pero los Segarra rogaron a los médicos de
hacer lo imposible para salvarle la extremidad. Finalmente la pierna del niño
se salvó.
Juan
F. Fuertes Palasí
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